
1 de julio de 2025
Cada año, el planeta produce más de 400 millones de toneladas de plástico, y apenas una mínima parte se recicla de forma efectiva. El resto termina acumulándose en vertederos, contaminando océanos, suelos y hasta el aire que respiramos. Ante esta crisis ambiental, los bioplásticos surgen como una alternativa más sostenible y renovable, capaz de reducir significativamente el impacto de los plásticos convencionales.
Origen renovable: a diferencia del plástico derivado del petróleo, los bioplásticos se elaboran con almidón de maíz, caña de azúcar o restos vegetales, materiales con capacidad de regenerarse.
Menos emisiones: su proceso de fabricación genera hasta un 50 % menos de huella de carbono, contribuyendo a mitigar el cambio climático.
Biodegradabilidad real: algunos tipos pueden descomponerse en condiciones controladas sin dejar residuos tóxicos, regresando al ciclo natural.
Reducción del impacto extractivo: al no necesitar petróleo ni gas natural, estos materiales disminuyen la presión sobre los ecosistemas fósiles.
No todos son iguales: no todos los bioplásticos son compostables en casa; muchos requieren plantas de tratamiento industrial para degradarse adecuadamente, por lo que la infraestructura de gestión es clave para su efectividad.
Los bioplásticos representan una oportunidad para transformar la industria del envasado y los bienes de consumo, pero no son una solución aislada. Reducen los impactos, sí, pero deben integrarse dentro de una estrategia más amplia de economía circular, que incluya educación al consumidor, innovación tecnológica y una legislación coherente.
En New Value creemos que innovar no es solo sustituir materiales, sino repensar hábitos y sistemas. La sostenibilidad requiere planificación, compromiso y responsabilidad compartida. Apostar por los bioplásticos es un primer paso, pero el cambio real vendrá de un consumo consciente y un modelo productivo alineado con los límites del planeta.