
13 de marzo de 2025
El litio se ha convertido en uno de los minerales más estratégicos del siglo XXI. Su papel en la fabricación de baterías para vehículos eléctricos y sistemas de almacenamiento es esencial para reducir la dependencia de los combustibles fósiles y acelerar la descarbonización global. Sin embargo, detrás de su valor tecnológico se esconde una paradoja ambiental y social que obliga a repensar cómo avanzamos hacia una economía verdaderamente sostenible.
Energía renovable en expansión: las baterías de ion-litio permiten almacenar la electricidad producida por fuentes como el sol o el viento, facilitando la estabilidad de sistemas eléctricos más verdes y descentralizados.
Reducción de CO₂: esta tecnología está ayudando a disminuir la dependencia del petróleo, reduciendo de forma significativa las emisiones globales de gases de efecto invernadero.
Movilidad sin emisiones: el litio impulsa la transformación del transporte, sustituyendo motores de combustión por soluciones eléctricas más limpias y eficientes.
El auge del litio ha puesto bajo presión regiones frágiles y ecosistemas únicos, especialmente en el triángulo del litio sudamericano (Chile, Argentina y Bolivia), donde se encuentran las mayores reservas del planeta:
Impacto en los ecosistemas: la extracción del mineral altera humedales, suelos y hábitats de especies endémicas, provocando desequilibrios irreversibles.
Agotamiento hídrico: producir una tonelada de litio puede consumir millones de litros de agua, un recurso ya escaso en los salares de altura, afectando a comunidades locales y ecosistemas desérticos.
Contaminación y conflictos sociales: el uso de productos químicos y la expansión minera generan controversias por la falta de participación de las comunidades y por los impactos acumulativos en la región.
Garantizar una transición energética coherente requiere introducir límites y compromisos claros:
Cadenas de suministro sostenibles con trazabilidad y transparencia ambiental.
Inversión en reciclaje de baterías y tecnologías de reutilización para evitar nuevas extracciones.
Innovación en materiales alternativos que reduzcan la presión sobre ecosistemas críticos.
Respeto a las comunidades y territorios, integrando la voz local en la gestión de los recursos.
En New Value creemos que la transición energética no puede repetir los errores de la era fósil. El futuro de la energía limpia depende no solo de qué innovamos, sino de cómo lo hacemos. Un planeta verdaderamente sostenible es aquel donde el progreso tecnológico convive con la justicia ambiental, social y climática.