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Incendios y salud: el humo que sigue dañando cuando el fuego se apaga

27 de agosto de 2025

Incendios y salud: el humo que sigue dañando cuando el fuego se apaga

Los incendios forestales dejan una huella que va mucho más allá de las llamas visibles. Aunque su destrucción inmediata se mide en hectáreas arrasadas o especies afectadas, el verdadero peligro puede permanecer en el aire durante días, semanas o incluso meses. Las partículas finas liberadas por el humo se han convertido en un grave problema de salud pública, estrechamente ligado al cambio climático y a la pérdida de ecosistemas forestales.

El enemigo invisible del aire

Durante un incendio, el humo contiene contaminantes que se propagan rápidamente por la atmósfera. Entre ellos, destacan las partículas en suspensión PM2.5, tan pequeñas que pueden penetrar profundamente en los pulmones y llegar al torrente sanguíneo.

  1. Contaminación que viaja kilómetros: estas partículas no se detienen en las zonas afectadas; el viento puede transportarlas a cientos de kilómetros de distancia, afectando a poblaciones enteras y degradando la calidad del aire urbano.

  2. Consecuencias para la salud: la exposición prolongada a PM2.5 está relacionada con enfermedades respiratorias y cardiovasculares, y con miles de muertes prematuras cada año en Europa, según estimaciones de la Agencia Europea de Medio Ambiente.

  3. Un riesgo creciente: el cambio climático está haciendo los incendios más frecuentes, más intensos y más difíciles de controlar, lo que multiplica los episodios de contaminación por humo y sus efectos en la salud humana.

Prevenir incendios es cuidar el aire que respiramos

Las políticas de gestión forestal, la restauración de ecosistemas y las estrategias de prevención no solo protegen la biodiversidad: también salvan vidas. Fomentar la educación ambiental, reducir las emisiones y aplicar medidas de adaptación climática son pasos imprescindibles para gestionar los nuevos escenarios de riesgo.

En New Value creemos que prevenir incendios es una forma directa de defender la vida: la de los bosques que nos dan oxígeno, la del aire que respiramos y la de las personas que queremos proteger. Porque cuidar los ecosistemas es también cuidar nuestra propia salud y futuro.


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