
21 de octubre de 2025
Cada 21 de octubre, el Día Mundial del Ahorro de Energía invita a reflexionar sobre nuestra relación con los recursos y el impacto de nuestras decisiones cotidianas. En 2024, el consumo energético mundial creció un 2,2 %, impulsado por la creciente demanda industrial, digital y doméstica. Sin embargo, este aumento no ha venido acompañado de una mejora en sostenibilidad: el 70 % de la electricidad global aún depende de combustibles fósiles.
A medida que el desarrollo tecnológico avanza, también crece la demanda de electricidad. Desde la climatización de espacios y la movilidad urbana hasta la carga de dispositivos y la expansión del comercio digital, cada acción energética tiene una huella ambiental. Mantener una matriz energética basada en carbón, gas y petróleo perpetúa un modelo insostenible que acelera el calentamiento global.
El uso excesivo e ineficiente de energía está directamente vinculado con el aumento de emisiones, la pérdida de biodiversidad y la contaminación del aire y el agua. Las ciudades, principales consumidoras de energía del planeta, dependen de sistemas urbanos que todavía desperdician más de lo que aprovechan, especialmente en edificios, transporte y alumbrado público. Esta ineficiencia no solo representa un desafío ambiental, sino también económico y social.
Ahorrar energía no debe entenderse como una limitación, sino como una oportunidad para replantear nuestros hábitos y modelos de producción. A través de la eficiencia energética, la educación ambiental y la adopción de fuentes renovables, es posible reducir las emisiones y garantizar el acceso equitativo a los recursos.
La transición hacia una energía sostenible y responsable requiere visión a largo plazo, innovación tecnológica y compromiso ciudadano. Detrás de cada luz que dejamos encendida innecesariamente, hay un recordatorio: cada gesto cuenta en la construcción de un futuro energético más consciente y resiliente.