
29 de octubre de 2025
Cada año, millones de toneladas de microplásticos acaban en océanos, ríos y suelos. Estas diminutas partículas afectan a más de 700 especies, alteran hábitats completos y llegan incluso a la cadena alimentaria humana. Lo que antes parecía un problema distante es, hoy, una amenaza silenciosa que impacta la salud del planeta y de las personas.
Científicos han desarrollado bacterias genéticamente modificadas capaces de detectar la presencia de microplásticos emitiendo luz cuando entran en contacto con ellos. Este avance representa una herramienta revolucionaria en la vigilancia ambiental, ya que:
Detectan microplásticos con rapidez y precisión, incluso en concentraciones mínimas.
Identifican puntos críticos de contaminación, permitiendo acciones correctivas más efectivas.
Reducen el uso de métodos químicos contaminantes, abaratando costes y minimizando impactos secundarios.
Gracias a esta innovación biológica, será posible recopilar datos más fiables y, a partir de ellos, construir políticas ambientales más informadas y eficientes. Multiplicar el alcance de estas herramientas puede acelerar la limpieza de ecosistemas acuáticos y prevenir futuras acumulaciones de microplásticos.
La lucha contra los plásticos no solo pasa por reducir, reutilizar o reciclar. También por impulsar soluciones científicas que transformen nuestra relación con los residuos. La naturaleza, en su forma más microscópica, demuestra que incluso la vida más pequeña puede generar un impacto enorme en la sostenibilidad del planeta.